Franquear el umbral del apartamento de Antoine Bourdelle es introducirse en la intimidad de un artista y en la verdad de aquella época. Cuando se muda aquí en 1855, Bourdelle se establece en el ambiente bohemio de Montparnasse. Un año después, trae a sus padres de Montauban y su padre abre una tienda-taller adosada que da a la calle.

En 1918, Bourdelle decide alquilar un apartamento más cómodo en la avenue du Maine, pero sin abandonar este « casco » de vida fecunda.

En el espejo se reflejan fielmente la imagen de testigos familiares... la cama para descansar, el escritorio y el mueble donde coloca sus pasteles. De las paredes colgaban un crucifijo, lienzos colocados como sólo los artistas saben hacerlo –a Bourdelle le gusta hablar de «mi Titien, mi Rembrandt» y un molde único del David de la catedral de Reims. Y no faltaban obras del artista, esculpidas o pintadas, para recordar la presencia de Pierre, el hijo de Bourdelle y Cléopâtre, su musa y segunda esposa, y de su hija Rhodia.

image 1/2